
Y        un ruiseñor comenzó a cantar...
Pero        el hombre no oyó.
¡Entonces        el hombre repitió:
Dios,        habla conmigo! 
Y        el eco de un trueno, se oyó...
Mas        el hombre fue incapaz de oír.
El        hombre miró en derredor y dijo:
¡Dios,        déjame verte!
Y        una estrella brilló en el cielo...
Pero        el hombre no la vio.
El        hombre comenzó a gritar:
¡Dios,        muéstrame un milagro!
Y        un niño nació...
Mas        el hombre no sintió el latir de la vida.
Entonces el hombre comenzó
a        llorar y a desesperarse:
¡Dios, tócame y déjame saber
que        estás aquí conmigo...!
Y        una mariposa se posó
suavemente        en su hombro...
El hombre espantó la mariposa con la mano y,
desilusionado, continuó su camino,
triste, sólo y con miedo.
En la lengua de los indios cherokees...
Traducido y adaptado del Libro de San Etioy
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