Imagina que por un instante puedes ubicarte en un punto del universo y mirar a la Tierra como un ser conciente, piénsala en su viaje, colócate tú en un punto distante, cámbialo a cada instante y mira a la Tierra, distingue cada paso de su proceso constante, puedes dejar que alguna música de tu agrado surja sola y haga de este cuadro una experiencia intensa. Ve con esta tierra en su viaje, realiza, a su lado, el viaje anual alrededor del sol y aléjate y acércate de forma que te sientas más tibio o tibia o más lejos y más frío. Distingue en el detalle de este viaje los millones de procesos constantes que se unen unos a otros como cadenas mágicas y provocan la revelación más grande que es posible imaginar a cada instante, descubre como a cada milímetro del viaje, a cada segundo, a cada Holón, o a cada átomo, sucede de todo en todas partes. Que es la lluvia una respuesta, una reacción como lo es tu aprecio, que es la luna una razón y una presencia que hace que haya noches o no las haya, descubre como el mar fructifica en olas y plateadas cimas por la luz o la oscuridad de la noche, distingue como es la tierra entera la que vibra de semillas y de flores porque es la primavera o es otoño o es la nieve que blanquea todo. Observa como el viaje hace que haya lobos aullando y haya hormigas que trabajan o se guardan, observa como el viento va más sabio o más nuevo por los árboles, descubre como un rayo de algún sol hace que se flecte un tallo verde y que caiga del rocío, una gota, que del golpe se haga un orificio en la tierra y que en ese espacio anónimo se quede a vivir una semilla y que en años más venga tu hijo o tu hija, cansados, y se tiendan bajo ese árbol refrescante. Piensa más y ve en tu vida, aquello que pasó sin verse y que era tanto, que cambió tu mirada y tu presencia, o como un día hubo un trueno que asustó a alguien que viajaba contigo y fue la explicación o la acogida lo que hizo que tuvieran hijos o crearan lagos en la arena. Piensa cuánto de la vida se explica con las sumas y las restas de las diferencias o de las semejanzas, piensa cuánto de tu vida se ordena en una sola línea recta, veras que así no es, y entonces conviértete en la Tierra y deja que esta gire sobre sí misma y que haya día y que haya noche a diario en tu vida, podría parecerte necesario que alguna de las partes consumiera a la otra y que aquello que te gusta como es, sea para siempre, no, no serías capaz de darte cuenta de la belleza que te acuna sino hubiera fealdades a veces, piensa en que la vida fuera de una sola forma y que todo fuera escrito, predecible, inobjetable, piensa que así fuera y entonces se habría detenido la Tierra. No hay caminos definidos para siempre, no hay vestuarios que tengas que llevar toda la vida, y además no hay necesidad de que aquello que todos los días es de una forma, sea igual mañana, es posible que la vida fructifique sola, que después de un largo viaje en que aprendiste, en que creciste y te hiciste sabia o sabio, puedas llegar a desprenderte de toda la cabeza explicatoria de la vida, y descubrir como es que si apenas se mueve una hoja en tu jardín, el universo entero cambia, y que apenas si se mueve un átomo de tu cuerpo, todo tu cuerpo es de nuevo algo diferente y si no lo ves así, si aún estás creyendo que todo se explica con una ecuación fantasma, es que no has dejado que de pronto se abra una ventana y que entre una sensación inesperada, impredecible, inoportuna y fantástica. La tierra es una conciencia mayor que la conciencia humana, es aquella vibración constante que está viva a cada instante, que respira a cada instante, que se mueve como un barco a la deriva en el cosmos eterno, la tierra es un momento irrepetible que desencadena irrepetibles momentos, la tierra es esta conciencia que nos llama cada vez más fuerte, que nos hace desprendernos de la suma de cien mil explicaciones para cada milésimo momento, sacarnos el nombre, la versión intravenosa del fututo, la presencia del pasado como un túnel con un único sentido, sacarnos el hablar de nuestra vida y vivirla, sin palabras ni reglas, ni cauces, ni rieles obligados, simplemente vivirla como vive la tierra. La conciencia de la tierra es la sabiduría que rompe, que conecta con la sagrada red del universo, que nos deja en el silencio de un universo permanente, que comienza y que termina al mismo tiempo, que no guarda, que no explica, que no aferra, que no cierra, que no abre, que sencillamente existe, que es como tú eres en tu más pura esencia. Cambia todo, todo cambia, se transforman las heladas montañas en rocas ardientes y la olas azulinas se hacen grises huracanes que rugen, dejar que sea la tierra, que haya giros del planeta sobre sí, que vaya alrededor del sol, que vaya toda la galaxia en otro giro mayor y que todas las galaxias sean parte de otro grupo de todas las galaxias y giren y todo eso gire más y gire, si así las cosas, si así la vida, entonces no hace falta ponerle a la conciencia una etiqueta, un despertador o estanterías para clasificarla. Así como en el centro de todo el universo y una energía infinita todo esto hace, así el espíritu que guardas hace que sea toda entera tu alma.
DRAGON RESONANTE ROJO
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